La colada.

Hoy puse una lavadora con tus recuerdos.

Estaban sucios y descuidados, llenos de mentiras como manchas de colores oscuros. Abandonados en algún lugar, y ennegrecidos por el paso del tiempo.

Los puse en programa “Delicado” y jabón neutro y esperé, sin poder evitar mirar de reojo algún que otro ciclo tras el plástico transparente que se convierte en una gran mirilla.

Hay ruido. En la lavadora, y en mi cabeza. Vueltas que se me hacen eternas. Sonido de agua corriendo, y a ratos un sollozo. Más vueltas. Más agua y a ratos una lágrima. Aclarado. Centrifugado.

Termina. Se hace el silencio.

Abro la tapa, decidida. Saco uno a uno los recuerdos. Me sorprende el olor a limpio, higiénicamente puro. Insólitamente renovado. Es una curiosa colada.

Los tiendo al sol en cuerdas tensadas, uno al lado del otro, sujetados por pinzas de colores alegres. Forman una bonita banderola que ondea con el viento. Me fijo, y sonrío.

Es viento a favor.

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